CRONICA DE EL COLLADO POR PABLO GARRIDO

Eran las 7:30 cuando nos reunimos un grupo, el más numeroso que haya subido al Collado en bicicleta, juntos los de carretera y montaña, el motivo lo requería. Ya después de la foto de rigor, comenzó la salida. En Autol pudimos recoger a Javi el músico y a David el bancario que llegaban desde Calahorra, y a ritmo fuimos haciendo kilómetros.

Cerca del ventorro, Jesús (el farol) pincha y se quedan con él  los lobos, el resto del grupo camina a paso lento hacia el destino, ya sabíamos que nos iban a pillar. Al llegar a las primeras estribaciones, la subida del pantano, aparece  el primer ataque del día por parte del presi (muy inquieto durante toda la etapa), al que responde Julito y detrás a escasos metros en distintas unidades el resto. Una vez coronada la ascensión nos  pasa el grupo de Arnedo y un poco más tarde se neutraliza la escapada por el pelotón, aunque a estas alturas nuestros compañeros de monte ya se disponían a subir a su ritmo (gran esfuerzo por su parte). La bajada del puerto se realiza de una forma rápida y es en la carretera vieja donde se vuelve a agrupar los de carretera hasta llegar a Yanguas donde se unifica el todo grupo.

La ascensión  al Oncala vuelve a aparecer la segunda lucha, y en un grupo se marchan los que iban a pelear por el triunfo, pero desde el grupo de atrás, que estaba a escasos metros salta el presi, y volviéndose, nos indica que va a realizar un ataque con el que rompe la carrera, se acelera el ritmo y se van descolgando unidades, cada vez más próximas, pero en el pelotón se baja la velocidad, hasta el último kilómetro de ascensión. Después reunión en la fuente del Celemín y salida hacia el pueblo donde tras una bajada a más de 70 km por hora llego al pueblo, como hace 19 años, y cuando pido el beso de rigor, allí no estaba más que Julio padre.

Siguiendo la tradición, ducha en la fuente del pueblo, cada uno usando su imaginación, desde botellas hasta meter la cabeza en el pilón. Después aperitivo organizado por la dirección del club y a la espera del párroco, mientras tanto la orquesta afinaba los instrumentos.

Comienza la misa, y en el sermón el señor cura se deshace en halagos al club y al presidente de honor, después la procesión. Allí se puja, igual que en una subasta por los palos de San Roque y estandarte, este último llevado con gran fervor por Sebastián por las calles de la localidad, mientras tanto entre canto y canto la orquesta al más estilo Berlanga amenizaba el recorrido, para terminar entre volteos de campana (algún año ya los hicimos nosotros) la vuelta a la iglesia. Y como buen anfitrión que se merece nos invitan a un picoteo en el único bar de la localidad.

Mientras los aguerridos ciclo turistas descansaban junto a familiares y amigos, nuevamente la dirección del club preparaba la comida en Yanguas para toda la representación aldeana, comida de gran ambiente festivo solamente alterada por alguna gota de lluvia y alguna caída.

No sé si soy el más indicado, pero como, junto a Jesús, Carlos, Julio, Del campo, Luis el alfareño y la familia Omeñaca presentes en la última etapa del Collado, quisiéramos agradecer a esta dirección el esfuerzo que ha supuesto este evento, y agradecerles el  día inolvidable que logramos pasar.